Damas y caballeros:
Esta narración es desde hace mucho tiempo atrás, pertenece a los recuerdos, para ser más preciso en diciembre de 2009.
Está semana pasaron algunas cosas que me trajeron a la memoria un amor a la distancia – uno de los que tuve- pensé en como uno debe bancarse muchas cosas de las que no está convencido totalmente, creer que todo está funcionando como uno lo planea, pero hay cosas, pequeños detalles que “quizás” jamás se supieron, así como yo no sé de tantos pequeños detalles. Dicen que las relaciones son precisamente esas minucias que nos pasan mientras estamos ocupados haciendo o diciendo cosas importantes. Lo mío era una ausencia de fruslerías (esas palabras me gustan 😆: minucias, fruslerías...); nos contamos algunas cosas, pero no es suficiente -en todo caso, ésa es la naturaleza de la relación a la distancia-. Hablamos por teléfono algunos días a la semana, a veces 10, 20, hasta 30 minutos; en ocasiones conversaciones, en otras verdaderos telegramas a media; de vez en cuando alguna tonta discusión acerca del tono de voz y la capacidad de vidente para decir “algo pasa”.
Al principio me sentí culpable. Sí, cuando lo pasaba bien sin ella, cuando me dejé llevar por el ruido del mundo, el humo, las luces, y descubrí que también podía ser feliz sin ella. Para alguien que nunca dudó de ninguno de los mitos que generaciones pasadas nos legaron acerca del amor, esa verdad produce angustia y amargura: porque uno cree literalmente en los mitos y cuando descubre el amor piensa que es cierto, uno no puede vivir sin el ser amado. Angustia y amargura, porque uno descubre que puede vivir sin el otro ser, la impiadosa vida continúa y hay que sobrevivir, de algún modo hay que ingeniársela para construir un mundo en que la otra persona esté, pero no esté, que sea imprescindible, pero ni tanto. Luego de descubrir y de vivir sentí culpas, creí que el amor era lo único que podía redimirme, hacerme una persona con menos debilidades y traiciones.
Todo esto me hizo pensar, si tuviéramos relaciones libres sería diferente; podríamos contarnos las cosas que hacemos, con quién salimos, etcétera, pero el problema es que ninguno de los dos puede aceptar una relación así. Nos creemos modernos, pero nos damos cuentas que no somos "taaan" modernos, hemos decidido que si hay verdadero amor hay fidelidad y confianza, con nuestras palabras hemos creado un amor en el que no podemos fallarle al otro, en el que ambos valoramos muchísimo la fidelidad y confiamos muchísimo en el otro. Hemos creado un tipo de pareja y una realidad virtual, que está por encima de la verdad, y ninguno quiere ser el primero en destruir esa imagen. Pero tampoco le pude contar muchas cosas, porque sin secretos ninguna relación subsistiría. Es imposible tolerar la verdad y la verdad y nada más que la verdad.
¿Existieron alguna vez los amores perfectos? Acaso en la relación a la distancia existan personas que actúen a la altura de las circunstancias, que piensen imposible fallarle al otro por diversas razones, acaso por amor, acaso porque no quieren fallarse a sí mismos...
Es, después de todo, una prueba de carácter, de fortaleza moral. Pero la mayoría de nosotros somos bajos, no estamos a la altura de las circunstancias, la otra persona no está cerca y uno tiene tanto tiempo libre, las tentaciones acosan sin descanso (incluso se sienta en tus piernas) , y una cosa lleva a la otra, y la carne es tan, pero tan débil. El primer paso es muy difícil, uno va a una fiesta, el rostro, la piel y las palabras del ser ausente están con uno todavía, ("por favor, prométeme que jamás me fallarás, te amo tanto… tanto"), y uno se siente tan orgulloso de ser fiel. La señorita “objeto de fidelidad” también debe saberlo y está estar respondiendo a la confianza depositada, seguro que tú en algún rato también sentiste lo mismo. Pero después, uno se aburre y hay tanto tiempo libre, uno va cediendo poco a poco, uno llama a esa morena de la linda sonrisa que conoció por azar (el azar es el infiel y el malicioso, culpable de todo, de las pequeñas aventuras, de los grandes amores), mientras esperaba la micro, la morena de conversación superficial y nombre poético, “Alelí”, pero uno se olvida poco a poco de la conversación superficial y se acuerda de la linda sonrisa, del nombre poético, y una noche uno está tumbado en la cama, y la cama sola aburre y el teléfono tienta -por qué no?, no pasará nada, conversar, o facebookear no es pecado- Así, casi imperceptiblemente, se inicia la cadena de pequeñas traiciones.
Nunca nadie abrió la boca, pero se terminó. Así son a veces los amores a distancia, pero hay algunos principios que se pueden aplicar a otro tipos de relaciones, acaso débiles, o mejor dicho, diferentes, puede ser el de un “patas negras”. No soy tan cándido, y probablemente ustedes tampoco lo sean, pero lo cierto es que estamos atrapados por nuestras propias imágenes, en las maquetas prefabricadas de relaciones; de lo que queremos, pero no podemos ser; no podemos decir ciertas cosas; no podemos confirmar ciertas sospechas; todo está bien entre los dos mientras no digamos en voz alta (o acaso un susurro baste), todas aquellas cosas que sospechamos y preferimos no oír. Para seguir, debemos continuar con nuestro secreto a voces. Apenas alguien abra la boca, se romperá el encantamiento.
Que decir?? nada más que "sabias palabras"
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